miércoles, 27 de octubre de 2010

AVELINO MARCIO BOLAÑOS SALAMANCA

AVELINO MARCIO BOLAÑOS SALAMANCA

19 de abril de 1921 - 2 de Marzo del 2010

Avelino Marcio Bolaños Salamanca hecho honor a su esclarecido padre, el maestro don Avelino Bolaños Palacios. Con eficacia y dignidad, siguió el camino tan brillantemente trazado por él, sobresaliendo en el campo de la educación.

Nació en la Perla del Papaloapan, en el apacible Tlacotalpan, Ver., el 19 de abril de 1921. Su madre fue doña Ignacia Salamanca de Bolaños. Fue el octavo de los once hijos del matrimonio: Carlos Roberto, Mario Rodolfo, María Cristina, María Aurelia, Rubén Dario, María del Carmen (fallecida de pequeña, mismo nombre de la siguiente niña). Avelino Marcio, César Ignacio y los gemelos Alberto e Ilia María.

Marco vivió en su niñez las estrecheces económicas de la familia y desde los ocho años trabajó vendiendo periódicos, a la par que otros dos chamacos con quienes se disputaba los clientes. (Su papá era Corresponsal de “El Universal” y “El Universal Ilustrado”). Pero recuerda que la pasaba feliz; como los demás niños recorría los caminos cercanos y los cañaverales, montaba caballos cuando se le presentaba la oportunidad, volaba papalotes, jugaba canicas, al trompo, etc.

La disciplina impuesta por su padre, fue decisiva en formación, como hombre trabajador, cumplido y formal.

Cursó su primaria elemental en la Escuela “Juan de la Luz Enríquez”, y no ha olvidado a sus maestros: 1er. Año, Raquel Silva Aguilera; 2o. Año, Rafael Villalobos, quien tocaba el clarinete y les enseñaba muy bonitos coros; 3er. Año, Mauricio Alavéz López y Javier Beltrán Novoa; y 4o. Año, José Luis Alavéz López.

Equivalente al 5o. Y 6o. era el grado preparatorio de la Escuela Comercial y de Artes y Oficios, que dirigía su padre. Lo cursó en 1933, con muy buen maestro, don Eduardo Lara Arteaga. Después allí mismo, siguió las carreras de Contador Privado y Taquimecanógrafo Parlamentario (años de 1934 y 1935).

En 1936 ingresó a Xalapa –tras aprobar el examen de admisión- a la Escuela Normal Veracruzana, que iniciaba su segundo año de internado. Lo llevó al plantel su padre y, profunda tristeza le produjo el momento en que se despidieron. Habla con entusiasmo de la camaradería, de la fraternidad en su grupo y los demás; y de sus maestros, entre ellos, Juan Zilli, Adalberto Lara, Luis Martínez Murillo, Calixto Hernández, Pedro Romero; a todos respetaba mucho. Gran estimación le tuvo también a la Prefecta Petrita Segura, en cuya casa, por cierto, había vivido su padre, de estudiante. A los maestros Zilli y Martínez Murillo, se los presentó su padre don Avelino, de quienes era muy buen amigo.

Terminó Marcio en 1941 y, en enero del 942, lo mandaron a trabajar a San Juan Evangelista, pero a los 15 días le ofrecieron la Sub-Dirección de la Escuela “Guadalupe Victoria”, de Acayucan, con un poco más de sueldo; como él quería acercarse a su tierra, no aceptó. Entonces le propusieron una Ayudantía en la “Manuel Carpio”, de Cosamaloapan, Ver., a donde se fue, y empezó a laborar el 26 del mismo enero. Estuvo hasta febrero del siguiente año (1943), pues se presentó entonces una plaza en la Escuela “Juan de la Luz Enríquez”, de Tlacotalpan y lo pasaron allí. Aprovechó también, para colaborar con su padre en la Escuela Comercial y de Artes y Oficios.

Mas no tardó mucho. En marzo de 1944 le ofrecieron la dirección de la Escuela “Eduardo R. Coronel”, en la Congregación de San Marcos de León –Emilio Fuentes y Betancourt- del Municipio de Xico y decidió marchar al centro del Estado. A unos cuantos meses pasó un susto enorme, a punto estuvo de perder la vida. Viajaba a San Marcos en un camión de servicio, que había salido de Coatepec con numerosas personas, entre ellas el Presidente Municipal de Xico, señor Manuel Hernández Páez. Y por la Congregación de Zimpizahua, dos de los pasajeros, enviados por enemigos políticos del citado Presidente Municipal, desenfundaron pistolas y le dispararon a éste, en forma desordenada, causando alarma y terror, y matando a Hernández Páez y a otro de los viajeros, un humilde vendedor de naranjas. Marcio se libró, tirado en el suelo del autobús. Al otro día, al publicar “El Dictamen”, de Veracruz, la nota sobre los hechos, en forma destacada, dio a Bolaños entre las víctimas muertas. Por fortuna, su padre había sido informado por don Manuel C. Tello –Director de la Normal-, que era su ahijado; además, la fecha de la publicación, antes de que el periódico llegara a Tlacotalpan, había arribado el maestro don Enrique Lobato, quien enseguida fue a decirle a don Avelino como se habían desarrollado los sucesos.

En San Marcos, Marcio atendía, además de la dirección, el 4o. y 5o. grados. Eran fuertes las pugnas políticas y el pistolerismo. Debido a eso los maestros no acostumbraban permanecer en las Fiestas Patrias. Mas Marcio, a pesar de la amarga experiencia en el camión, sí se quedó ese año que allí trabajó.

En septiembre de 1945 fue comisionado como Auxiliar del Departamento Técnico, en la Dirección General de Educación Popular, prestando servicios casi año y medio, ya que al principiar 1947 solicitó trabajar en una Escuela y, fue enviado en calidad de Ayudante, a la “Graciano Valenzuela”. En 1949 pasó a la Práctica Anexa a la Normal, que después se convertiría en la Escuela “Carlos A. Carrillo”.

De este plantel saldría el 16 de marzo, en que, debido a su trabajo y capacidad, la Dirección General de Educación Popular, lo designó Inspector Escolar de la Zona Coatepec, que abarcaba los municipios del mismo Coatepec, Xico, Teocelo, Cosautlán, Ayahualulco, Ixhuacán de los Reyes y Perote, pero luego Perote se convertiría en cabecera de nueva zona, y le agregarían a aquélla, Jalcomulco y Apazapan, haciendo un total de 105 escuelas. Continuamente visitaba el maestro Bolaños éstas; en algunas le informaban que hacía buen tiempo que no iban los Inspectores. Utilizaba toda clase de medios de transporte, el caballo, el Jeep y no pocas veces a pie. Le gustaba contemplar la naturaleza y se esmeró en que los maestros aprovecharan cuanto ella ofrece para educar mejor a los niños. No utilizaban pruebas pedagógicas y las implantó, haciéndolas equipos de maestros y editándolas en mimeógrafo. Se analizaban las respuestas, para conocer las deficiencias de los niños y poder corregirlos.

Con la ayuda de los Municipios y el CAPFCE se construyeron numerosas escuelas rurales. En la Zona, fueron organizados eventos culturales y deportivos, entre estos un campeonato infantil de baseball.

En agosto de 1953 lo cambió la Dirección General de Educación a la Zona Xalapa, locales. Siguió la misma línea que se había marcado en Coatepec. En las escuelas que no se ponían pruebas pedagógicas, las introdujo, con la oposición, inclusive, de algunos maestros.

Cerca de cuatro años trabajó en esta zona, pero, siendo los Inspectores Escolares empleados de confianza en el Estado, dos meses después de un cambio de gobierno, el 1o. de febrero de 1957, volvió a su base, en la Escuela “Carlos A. Carrillo”. Atendió también la especialidad de Educación Física, al igual que en la “Hugo Topf”. En las noches laboraba en la “Josefa Ortiz de Domínguez”.

En la Escuela Normal Veracruzana fue, por corto tiempo, Prefecto y, en dos temporadas, Ayudante de Prácticas Escolares y, más tarde, Sub Jefe de las mismas, hasta su jubilación el 15 de septiembre de 1971.

Recorrió la mayor parte del Estado en otro de sus desempeños: Catedrático del Instituto de Capacitación del Magisterio.

El sistema de educación federal aprovechó después su experiencia y valía. La Dirección General de Educación Audiovisual lo nombró Jefe del Departamento de Tele-Secundarias en el valle de Toluca, comisión en la que se distinguió del 1 de agosto de 1974 al 31 de mayo de 1976, fecha en que la misma dependencia lo envió a Xalapa, a colaborar en el Centro de Educación Audiovisual del Estado, que dirigía la maestra Carmen Luna Reyes. Al crearse la Delegación de la Secretaría de Educación Pública pasó a la Sección de Adultos, hasta que se creó el INEA, y fue nombrado entonces Sub Jefe Técnico Pedagógico en el Departamento de Educación Básica, en la misma Delegación. Parte de 1983 y 1984 fue Jefe del Departamento, habiéndole tocado encauzar la celebración en el Estado, que resultó lucido, del sesenta aniversario de las Misiones Culturales.

El 1 de enero de 1986 se jubiló en el sistema federal de educación.

Marcio Bolaños fue un maestro exigente en cuanto al cumplimiento del deber. Franco, abierto y humano.

Como educador, ha acudido a las reuniones de carácter pedagógico, estatales y nacionales.

Ha sido periodista desde 1947, y colaborado entre otros, en los periódicos, “Diario de Xalapa”, “La Opinión”, de Minatitlán, Ver.; “El Dictamen” –Del puerto de Veracruz-; “El Diario de los Tuxtlas”, “Gráfico de Xalapa”, “El Diario de Poza Rica” y la revista “Xalapa”. Muy conocida fue su columna “Por estos caminos”, que después dará lugar el libro del mismo nombre, que lleva dos ediciones (1972 y 1985). Tiene publicado también un libro de poesía –“Álbum poético”-, pues igualmente cultiva este arte. Ha escrito no pocos poemas en honor de nuestros héroes y con otros temas escolares.

Es un masón muy distinguido, de la Resp. Log. “Unificación” No. 4, de Xalapa, Ver. Su vida masónica se inició en 1947 y por ocho veces ha sido Venerable Maestro. Hace poco se le rindió homenaje, con motivo de sus 40 años en tales labores y le fue entregado una Medalla “Al Mérito Masónico”.

Ha sido objeto de otras distinciones y tiene otras medallas, por supuesto, una de ellas de la Escuela “Carlos A. Carrillo”, que le fue entregada al jubilarse.

También ha participado en la vida sindical magisterial.



Autor: Ángel J. Hermida Ruiz

Maestros de Veracruz
Gobierno del Estado de Veracruz
Secretaría de Educación y Cultura

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AVELINO BOLAÑOS PALACIOS

AVELINO BOLAÑOS PALACIOS

2 de diciembre de 1878-25 de enero de 1953

Don Avelino Bolaños fue de los hombres escogidos por los dioses para ser educador. Educador excelso. Hubiera podido desempeñar otra profesión, pero se hubiera sentido extraño en ella. Su vocación, el sístole y diástole de su vida, eran la escuela, la niñez, la juventud.

Más de medio siglo –de 1900 hasta su muerte en 1953- entregó energías y vida a un sinnúmero de generaciones. De infinita bondad y comprensión, cordial y humano como el que más, conquistó el cariño y el respeto del pueblo y de sus gobernadores.

El frescor del Papaloapan animó su existencia entera. Nació en Chacaltianguis (San Juan Bautista Chacaltianguis, entonces) el 2 de diciembre de 1878. Su padre, Feliciano Bolaños, que era agricultor y poseía una tienda pequeña, murió cuando Avelino tenía apenas tres años de edad, quedando la responsabilidad total de levantarlo, a su madre, doña María Cristina Palacios, en muy difícil situación económica. Más tarde contrajo segundas nupcias con Reyes Guerrero, con quién nació otro niño, José. Avelino y José se quisieron mucho y aquél lamento bastante cuando estando José en la Escuela Naval hizo frente en Veracruz, en 1914, a los norteamericanos y desapareció.

Avelino fue enviado a Cosamaloapan para hacer sus estudios primarios en la Escuela Cantonal “Manuel Carpio”. Los apuros que entonces pasaba su mamá, le hicieron trabajar como mocito en la casa de Romualdo Rodríguez. Avelino fue un estudiante ejemplar y seguramente por ello, el director del plantel, Profr. Juan Fentanes, lo recomendó con Adolfo Morín, quien le brindó protección. Estando en Cosamaloapan tuvo el dolor de perder también a su mamá.

Su comportamiento en la primaria lo avaló el maestro don Benito Fentanes –que fue maestro de la escuela- cuando Avelino fue a la Normal, en una constancia en que afirmaba que “su conducta fue siempre irreprochable, dentro y fuera del plantel, y su aplicación y aprovechamiento siempre fueron por demás sobresalientes”.

A la Normal ingresó en 1895, pensionado por el Cantón de Cosamaloapan (con $20.00), presentando su examen de admisión el 14 de enero. Fue discípulo de Enrique C. Rébsamen.

Como en sus estudios primarios, fue un alumno muy brillante en los cinco años normalistas. Ocupó el primer lugar en su grupo, excepción hecha de los grados 1o. y 5o., en que sólo le superaron por escaso margen, Herminio Cabañas y María Galván, respectivamente. En la conducta siempre obtuvo la máxima calificación (5).

En el examen para obtener el título de Profesor de Instrucción Primaria Elemental, a principio de 1899, presentó el trabajo “De qué manera contribuye la escuela para la formación del ciudadano”, y en el correspondiente al título de Profesor de Instrucción Primaria Superior (del 21 al 30 de marzo de 1900), “Locke y su Pedagogía”.

Cuando acabó sus estudios en diciembre de 1989, solicitó permiso para permanecer dos meses en Cosamaloapan en la preparatoria de su examen profesional. Y Enrique C. Rébsamen apoyó su solicitud ante la Secretaría de Gobierno, manifestando que “efectivamente el alumno Bolaños es pobre de solemnidad y huérfano de padre y madre, y como ha terminado ya sus estudios y sean en concepto de esta Dirección, atendibles las razones en que funda su solicitud, no hay inconveniente en que el C. Gobernador se digne de acceder a la petición, si así lo estima de justicia, estando dispuesto el suscrito a firmar las nóminas por el interesado durante el tiempo de su ausencia y a enviarle su pensión al lugar de su residencia”.

Destacó también en la Normal en oratoria y como dibujante. En cierta ocasión en que se presentó en Xalapa, en el Teatro Lerdo, una cantante española, le hizo a los paisanos residentes de la artista, la leyenda de una cinta con que le enviaron unas flores: “me pagaron dos duros”, expresaba el joven Avelino. Fue de los pocos que tuvieron el honor de escribir en la revista de Rébsamen, “México Intelectual”.

Estando en la Normal demostró su nobleza en un acto heroico. Se incendió la fábrica de puros y depósito de maderas, de L. H. Pinto Rocha y Cía., y había peligro de una tragedia mayor si encontrándose cerradas las llaves de una caldera, no se abrían se introdujo hasta la caldera, cayéndole en la cabeza algo del techo, que le causó profunda herida, pero comprobando que estaban cerradas las llaves. Luego el maestro normalista don Manuel R Gutiérrez y el alumno, de la Normal igualmente, Miguel C. Vera, siguiendo el ejemplo de Bolaños, entraron y bajo la dirección de don Manuel, que resultó también herido, lograron abrir las llaves.

El 1o., de abril de 1900 causó Avelino baja en la escuela rebsameniana y el día 15 empezó a trabajar, como catedrático, en el colegio preparatorio de Tlacotalpan, que después se convertiría en Escuela Primaria Comercial y de Artes y Oficios y, en Secundaria Técnica y Comercial.

A esta escuela, que con toda justicia hoy se llama “Avelino Bolaños”, y de la que fue Director, entregó el maestro su vida entera. Salía a veces, como vamos a ser, por breve tiempo, pero a ella regresaba, como si fuera parte de sus propias entrañas.

Cuando en 1915 se reunió el famoso Congreso Pedagógico convocado por el Gobierno veracruzano, para estudiar nuestros problemas educativos y buscar una ley que recogiera los ideales revolucionarios y fuera la base del sistema de educación en la Entidad, don Avelino estuvo presente y sobresalió en los dos períodos de sesiones efectuados en Veracruz y Xalapa.

“Hasta ahora la Revolución se ha ocupado de restituir los derechos del hombre –dijo en el discurso que pronunció a nombre de los delegados en el acto inaugural el 15 de febrero-; y desde hoy debemos ocuparnos también de los derechos del niño, del hombre del mañana; porque si esos derechos que se restituyen al hombre, por la fuerza de las armas, no los aseguramos por una educación adecuada, fracasarán nuevamente nuestras libertades, que no tan sólo tenemos hambre y sed de justicia, sino de educación bien dirigida, y mejor, más intensa, amorosa y apostólicamente impartida”.

“Mucho hay que corregir, reformar y aún destruir –expresó también-, corrijamos, reformemos y aún destruyamos, con ánimo sereno, llevando siempre con ideal único, hacer del niño actual, el ciudadano de mañana, consciente, culto y patriota”.

Fue Prosecretario del primero período de sesiones ocupando varias veces la Secretaría, y en la segunda parte del evento hubo ocasión que desempeñara la Presidencia.

Formó parte de las comisiones de Educación Primaria y de Educación Normal y, al terminar las reuniones de Veracruz, se le designó en la Comisión de Escuelas Especiales y Universidad Popular y en la de Comedores escolares para niños pobres, para las sesiones que se iniciarían en junio en Xalapa.

Entre sus actividades estuvo la presentación de un trabajo sobre escuelas para niños anormales, y otro titulado “Mobiliario, los útiles y los edificios escolares”.

Cuando hubo voces a favor de que no fueran asignaturas específicas en la Escuela Rural, o se agruparan en una sola, la Historia y la Geografía, el maestro Bolaños fue de los que defendieron su importancia, y pidió que como en el Plan de Estudios y los programas de la primaria urbana, se impartieran separadas: “Recuerdo a propósito en este momento –afirmó- una célebre frase que dice: ‘el que no conoce la Historia y Geografía de su país es un extranjero en su patria’. No enseñar estas asignaturas es declararlo paria y la escuela rudimentaria tiende a hacer cultos a los hombres, dándoles conocimientos necesarios para que sean útiles a la sociedad. Opino que la enseñanza de las asignaturas de que se ha estado tratando, se haga por separado, pues ambas son de grandísima importancia”.

La Escuela Rural encontró siempre en él, uno de sus más fervorosos defensores, pues comprendió cabalmente lo que significaba para el país la educación de los campesinos, y la gran deuda que con éstos tenía la Revolución.

En el Congreso, don Avelino fue un precursor de los desayunos escolares. Conociendo los sufrimientos de los niños necesitados, propuso que se acudiera en su ayuda, proporcionándoles alimento. “Vamos a exigir –expuso- la enseñanza obligatoria, pero nos vamos a encontrar con un problema de grandísima importancia: ‘¿Cómo exigir la enseñanza obligatoria a aquellos pobres niños que muchas veces no concurren a la escuela porque no han podido comer, porque sus padres y sus madres no han podido conseguirles el alimento necesario’”?

Fue de los promotores de una Asociación de Maestros Veracruzanos, y al designarse la directiva, a cuyo frente quedó el Dr. Enrique Herrera Moreno, sus compañeros lo designaron Secretario.

En los actos organizados en la ciudad para conmemorar la muerte de don Francisco I. Madero y don José Ma. Pino Suárez, el Congreso designó a Bolaños entre sus oradores.

Como consecuencia de la Ley de Educación del Gral. Cándido Aguilar, Gobernador que convocara al Congreso Pedagógico, se creó para manejar y dirigir el sistema educativo, el Consejo de Educación Popular. Y dependiente de éste, para atender la Educación Primaria. El maestro Bolaños pasó de la Jefatura de la Sección de Instrucción Pública del Gobierno del Estado –que venía ocupando- a ser uno de los cinco miembros del Consejo, y le tocó presidirlo parte del año de 1916.

Don Avelino sintió pasión por los libros y adquirió gran cultura. Dominaba el francés y sabía algo de inglés. Fue magnífico orador y manejó la pluma con agilidad y brillantez. Nos dejó numerosos artículos periodísticos, ilustrativos y amenos, un libro “Cálculo Rápido”, y otro de cuentos cuyo título nos revela la fuente inspiradora: “Páginas de la vida y de la escuela”. “Estos cuentos han brotado del trajín de la vida escolar y del fondo de mis propios dolores y alegrías”, asentó el maestro. En el prólogo, el ilustre Francisco J. Santa María, quien fuera Gobernador de Tabasco, asienta que él “principal encanto” es la sencillez, “hablaba en tono y término de natural y fácil comprensión; como para espíritus sencillos y sin complicaciones de exégesis”. “Discurre con acento de moderada y discreta inspiración, como para darse a entender y distraer. Es el cuento suyo así como una semilla, fructifica sin esfuerzo en terreno propicio, pero también invade el campo reacio a la proliferación y evita así que los pólenes nocivos de la cizaña y el cardo profanen la castidad de un suelo infecundo”. Quedaron sin publicarse otros trabajos del maestro Bolaños.

En Tlacotalpan, para completar su sueldo (tuvo 11 hijos en su matrimonio con doña Ignacia Salamanca Aguirre) vendía libros y seguros del Banco Capitalizador de Ahorros y la Cía. “La Nacional”. En vacaciones, extendía sus ventas a comunidades cercanas. Fue corresponsal de “El Universal” y “El Ilustrado”, y sus hijos vendían periódicos.

Don Avelino Bolaños fue uno de esos seres que, sin probarlo, derraman bondad, por todos sus poros. Sencillo, comprensivo, de inmediato conquistaba simpatía y admiración.

Natural era que se le brindaran distinciones y honores. Recibió numerosos diplomas y medallas de instituciones y autoridades.

Tlacotalpan lo declaró “Hijo Distinguido”. Cosamaloapan le otorgó una presea por su labor cultural, originando que los tlacotalpeños radicados en México le extendieran el 14 de diciembre de 1945, este diploma: “Los tlacotalpeños, en la capital de la República, se complacen en demostrarle el afecto que se merece y felicitarlo muy cordialmente por el justo homenaje que se le atributa en esta fecha en Cosamaloapan de Carpio, al imponerle Medalla de Oro por su labor cultural”.

Don Avelino Bolaños falleció el 25 de enero de 1953, sufriendo luto toda la Entidad, especialmente la Cuenca del Papaloapan.


Autor: Ángel J. Hermida Ruiz

Maestros de Veracruz
Gobierno del Estado de Veracruz
Secretaría de Educación y Cultura
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martes, 19 de octubre de 2010

HUMBERTO AGUIRRE TINOCO






Originario de Tlacotalpan, Ver. Cursó la preparatoria en la ciudad de Jalapa.

En 1949 ingresa a la Facultad de Arquitectura de la UNAM, con sede en la Academia de San Carlos.

Es ahí donde se acercó al mundo de las artes plásticas. Formó parte del equipo de arquitectos del despacho de Carlos Lazo, cuyos integrantes estaban encargados del diseño de diversos desarrollos turísticos y urbanos en el Golfo de México y el Caribe.

Con su inquietud innata hacia la investigación de los antecedentes histórico y culturales de su tierra natal, inició la recopilación de obras del pintor tlacotalpeño Salvador Ferrando, lo que le permitió presentar una exposición en el Palacio Municipal de Tlacotalpan y que más tarde fue exhibida en el Palacio de Bellas Artes. La reseña de la obra estuvo a cargo de Carlos Pellicer.

En 1965, con motivo de la celebración del Primer Centenario de Tlacotalpan como ciudad, inaugura el Museo Jarocho Salvador Ferrando , en una casa típica tlacotalpeña de finales del siglo XIX, con obras del pintor, muebles y otros objetos tradicionales.

Dicho museo es de los primeros de este tipo y sirve como modelo para la creación de otros tantos en el estado, propicia el interés de las autoridades por el rescate del acervo cultural disperso. En este mismo año Tlacotalpan es nombrada ciudad típica.

Siendo director de culturas populares de la SEP el doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, Humberto Aguirre Tinoco es invitado a colaborar en esta dependencia, lo que le permite continuar sus investigaciones y rescate de la obra de Alberto Fuster, otro importante pintor tlacotalpeño de finales del siglo XIX e inicios del XX. Escribe la gaceta Tlacotalpan Cultural; publica una colección de 12 libros acerca de la vida y obra de diferentes poetas de Tlacotalpan, tales como Josefa Murillo, Julio Sesto, Gonzalo Beltrán Luchichí, entre otros.

Participa en la investigación y proyección de la zona del Caribe como centro turístico.

Director de la Casa de la Cultura Agustín Lara de Tlacotalpan durante 17 años, desde donde promueve el rescate y difusión del son jarocho tradicional. En la ciudad y con motivo de las Fiestas Tradicionales de la Candelaria instituye, a finales de los setenta, el Encuentro de Jaraneros.

Autor de Sones de la tierra y cantares jarochos, El Tenoya, Crónicas de Tlacotalpan y diversos artículos para periódicos y revistas. Invitado a colaborar en la creación del Instituto Veracruzano de la Cultura; participa como consejero en la fundación de algunas casas de la cultura en el estado.

Imparte pláticas y conferencias en diferentes instituciones educativas.

Es nombrado Hijo Distinguido del estado de Puebla por sus investigaciones sobre las pirámides de Cholula y los grupos étnicos de esa región.

Trabajó en el rescate de obra de pintores orizabeños, que se concentran en el Museo Regional de Orizaba.

Honor a Quien Honor Merece.
Difícilmente existirá otro Tlacotalpeño que haya desbordado todo el amor en su tierra, dedicando su vida a resaltar e incrementar su grandeza, por ello, de una serie de entrevistas realizadas por Honorio Robledo y Javier Amaro al Arquitecto Humberto Aguirre Tinoco, publicada por el Centro de Documentación del Son Jarocho el Miércoles 4 de Marzo del año 2009, me permitiré trascribir una parte como tributo a la grandeza artística de este Tlacotalpeño y como reconocimiento al gran legado cultural que deja a su pueblo:
Cuando yo era pequeño recuerdo el repiqueteo del Son en la “duermevela”, mientras me iba quedando dormido resonaba la música que se tocaba en la plaza de armas, y con ella me adormecía. Fui creciendo y mi vida estuvo siempre envuelta en la efervescencia del Son. Con ello me impregné y es parte medular de mi existencia. El Son, para mi, es un tónico que te nutre al escucharlo, y el bailarlo te llena de vitalidad.

En mis recuerdos de infancia quedó intensamente grabado el primer Fandango al que asistí con mi familia. Fuimos invitados par un sacerdote que iba a bendecir las propiedades que un ganadero había comprado par el Tesechoacán, y nos fuimos en una lancha río arriba.

Acá, en Tlacotalpan, todo es claro; el llano es amplio, sin escondrijos, y el río es ancho, pero remontar las aguas azulencas del Tesechoacán fue una prodigiosa experiencia a mis ojos de niño, pues el río se iba encajonando entre unos murallones. En aquellos tiempos los ríos tenían sus aguas con tonos verdes o azules, pues no habrá toda esa tala inclemente que provoca que las aguas bajen azolvadas, ni había contaminación. En las orillas del barranco crecían árboles altísimos, cuyas frondas se entreveraban en lo alto, oscureciendo el trayecto, donde gritaban y correteaban los monos, los loros y las iguanas. Ya ese viaje era una maravilla. Así llegamos al caserío, donde celebraron la misa en una explanada alta, para resguardarse de las crecidas. Yo era muy chico y me quedé dormido. Desperté al anochecer. Ya mucha de la gente se había regresado a Tlacotalpan, pero nosotros nos quedamos y ahí experimente una de las cosas más bellas e impresionantes de mi vida, pues lo primero que escuché fue el retumbar de la Tarima a lo lejos.

Hay un momento al anochecer al que le llaman "El Conticinio"; es un tiempo de oscuridad, por ahí por la media noche, en donde en el campo se hace un silencio total; los animales y las bestias callan. Los bichos enmudecen; nada se mueve y hasta el viento deja de soplar. En ese momento es cuando el retumbar de la tarima llenaba la noche entera.
Yo me acerque siguiendo la luz de las candilejas que iluminaban el Fandango, en una colina. Las candilejas eran una especie de teas, colocadas a buena altura, porque no había electricidad. Las candilejas, con esa luz amarillenta e inestable, iluminaban a los participantes del Fandango. La mayoría eran cañeros y campesinos, pero estaban todos renegridos por la zafra, así que, a la luz de las candilejas, las facciones se convertían en algo tremendamente espectral, pero al mismo tiempo con una enorme vitalidad, entre ese juego de luces y sombras desvanecidas con la noche invadida de Son jarocho. Las sombras devastadas de las fandangueras se proyectaban y se mezclaban en la pendiente de la colina, en un espectáculo silencioso, siempre cambiante. Yo permanecí extasiado durante horas, hasta que llegaron a buscarme, pensando que me había perdido...La tarima es el centro de la fiesta primordial, el Fandango.

En general los músicos empezaban a florear la Tarima con los Sones, calentándola, y entonces entraban las bailadoras experimentadas, que, a veces, hasta eran pagadas para animar el Fandango. Así, poco a poco, se iban incorporando las jóvenes, imitando pasos y las mudanzas de las mayores. En Tlacotalpan el Fandango era una fiesta popular, pues muy pocas señoritas de "buena familia" se incorporaban a los Fandangos de los barrios, aunque, por supuesto, casi todas sabían bailar y versar.

Para mí, desde mi experiencia y mi niñez en Tlacotalpan, el jarocho es la mezcla de los españoles con los africanos. De España vienen las guitarras y las formas de la danza…
De la serie de entrevistas tiene particular importancia este extracto, porque en el devela el maestro Tlacotalpeño el momento exacto de donde proviene el amor por sus raíces, que aunada a sus virtudes artísticas naturales y a su formación académica, engendran en su persona una combinación de capacidades que desarrolla en diversos rubros del arte y la literatura.
Patente de ello queda gravada para la historia de Tlacotalpan en sus hechos y obras como: la fundación de la Casa de Cultura, del Museo Salvador Ferrando, del Encuentro Nacional de Jaraneros y Decimistas, del diseño y construcción de la Plazuela Doña Martha, del rescate de la obra del Pintor Tlacotalpeño Alberto Fuster, la gaceta Tlacotalpan Cultural, donde publica una colección de 12 libros acerca de la vida y obra de diferentes poetas de Tlacotalpan, tales como Josefa Murillo, Julio Sesto, Gonzalo Beltrán Luchichí, entre otros, la creación del escudo de Tlacotalpan, la recopilación de obras del pintor tlacotalpeño Salvador Ferrando, la recopilación de objetos del músico poeta Agustín Lara, la autoría de libros como Sones de la tierra y cantares jarochos, El Tenoya, Crónicas de Tlacotalpan y diversos artículos para periódicos y revistas, gestiones como Director del Museo Salvador Ferrando, Director de la Casa de la Cultura Agustín Lara en Tlacotalpan y Fundador de la Casa de la cultura de Orizaba, recibió además el honor de ser nombrado Hijo Distinguido del estado de Puebla por sus investigaciones sobre las pirámides de Cholula y etnias.


En su obra “Desde Santiago a la Trocha: La crónica local sotaventina, el fandango y el son jarocho”, Ricardo Pérez Montfort, se refiere al maestro Tinoco de la siguiente manera…”:
La labor del Maestro Humberto Aguirre Tinoco por dar a conocer los múltiples valores culturales de la región lo convirtieron en un cronista obligatorio del acontecer jarocho tlacotalpeño y figura irremplazable a la hora de mencionar la fiesta, los fandangos y los sones sotaventinos. Él mismo escribió una crónica clásica a principios de los años setenta que llevaba el puntual título de “Lo jarocho, lo popular, lo perdurable”. Una especie de “esencia” jarocha se podía percibir en sus líneas, que recorrían el paisaje, los tipos, la cocina, las leyendas, la arquitectura, los trajes, las artesanías y sobre todo las fiestas, las músicas, las líricas y los bailes de los pobladores de esta ciudad sotaventina y sus alrededores. Recorriendo los instrumentos musicales, los diversos sones y sus antecedentes hispanos, se refería a la versada jarocha…”
“De cualquier manera, y fiel a la tradición de identificar el quehacer del cronista con el de describir, antes que cualquier otra cosa, la fiesta, con sus bailes y su música y relacionarlas directamente con la idiosincrasia jarocha, Aguirre Tinoco daba a conocer prácticamente cada año, a partir de la década de los setenta hasta los primeros años del siglo XXI, alguna pieza que rememorara las festividades de antaño o que recogiera las características del festejo sotaventino de la Candelaria. En 1995, el Instituto Veracruzano de Cultura reunió varios textos de este cronista bajo el título de Tlacotalpan está de fiesta que son, sin duda, ejemplos de literatura local de particular trascendencia. Las descripciones puntuales de los diversos elementos que componen el festejo, desde la cabalgata inicial hasta la procesión y el paseo de la Virgen que cierra las festividades, desfilaban por esta prosa elegante y bien urdida, que tanto se esmeraba en narrar las especificidades de los jarochos…”
“Así, la crónica de la fiesta tlacotalpeña y particularmente los empeños del arquitecto Aguirre Tinoco influyeron en la gran difusión y el renombre que actualmente tienen dichos festejos. Tal vez sin saberlo, pero a ellos también se debe que año con año, los primeros días de febrero La Perla del Papaloapan se convierta en una especie de Meca para jaraneros, bailadoras y versadores…”
Por su legado artístico y cultural, excelente persona, ciudadano ejemplar, amigo de todos, el Arquitecto Humberto Aguirre Tinoco, a su muerte es llamado a ser grande entre los grandes de Tlacotalpan y el más importante precursor cultural de Nuestra “Verde Ribera”.
Descanse en Paz.
H. Veracruz, Ver. 21 de Octubre del año 2011.
Lic. Mario Aguilera Mimendi.

martes, 5 de octubre de 2010

ANTONIO DELFIN LAÑIZA


Nació en Tlacotalpan el 18 de Febrero de 1895 y falleció el 30 de Abril de 1945.
Fué electo como miembro del Salon de la Fama del Beisbol Profesional Mexicano en 1939. Salon de la Fama
Empezó a practicar el beisbol a la edad de 14 años en el puerto de Veracruz, y desde entonces (1909), destacó en los diamantes, hasta situarse como uno de los jugadores más completos que ha habido en México. El América fue el primer club organizado en el que actuó, en 1914, y pronto se convirtió en ídolo de los aficionados.

Más tarde formó parte del Esperanza, del Colón, del Aduana y del Águila, equipos en los cuales se hizo de una bien ganada fama, que lo llevó, en noviembre de 1918, a ser contratado por el Nacional de la Ciudad de México. El Nacional se enfrentó al Reforma y a los clubes cubanos Matanzas, Almendares y Cuban Stars. Contra esos poderosos conjuntos, Lañiza confirmó su grandeza sobre todo como pitcher, short stop, y como bateador.

Ya nuevamente con el Águila, el 14 de abril de 1922, dejó sin hit ni carrera al México, terminando el juego 8-0; sólo se embasó un contrario por error, a lo que siguió un double play para retirar el juego en 27 bateadores.

Se relatan de él cosas asombrosas. El cronista W. J. Lamont (El Gatito Blanco), escribió en El Dictamen: "Antonio es una maravilla jugando cualquier posición. No hay más que un Lañiza, jugador natural". Se afirma que si en su época hubiera habido "buscadores" de Ligas Mayores, como en la actualidad, habría jugado en esa pelota con el mismo sello de estrella que lo hizo en México. Se retiró en 1932, en Veracruz.

ANDRES ALFONSO VERGARA


Silencio Oprima Stop

Nació el 30 de Noviembre de 1922 en la ciudad de Tlacotalpan Veracruz.

Inicia su contacto con los sones y la trova desde sus primeros años de vida siendo hijo de Don Pedro Alfonso Vidaña, requintero, bailador y cantador, y su madre Doña Tule Vergara Sacramento, bailadora y cantadora de sones, ambos de los mejores que ha habido en la zona.


A los quince años hace su primera salida a la ciudad de Jalapa, para bailar, tocar y cantar en una feria regional.

En 1943 el viaja a la ciudad de México donde conoce a Don Manuel Espinosa, arpista del Junior´s Club y Rancho del Artista; y posteriormente forma parte del trío “ Los Cardenales” de Nicolás Sosa, al cual, en una gira se le rompe su arpa y viendo como estaba echa y los conocimientos de carpintero de rivera, se la repara y hace la primera arpa jarocha grande, modificándola en el tamaño para poderla tocar parado, ya que antiguamente el arpa Jarocha era de menor tamaño y se tocaba sentado o recargada en una silla.

En esa época conoce al maestro Baqueiro Foster, quien trabajaba en la trascripción y estudio de los sones jarochos, para conocer la manera de tocar y cantar de Tlacotalpan, quien encantando por el estilo de Andrés de interpretar los sones sotaventínos, modifica sus notas y transcripciones para dedicarse a grabarlo.

Al separarse mas tarde del trío de Nicolás Sosa, forma el conjunto “Tlacotalpan” donde Mario Barradas toca la primera arpa Jarocha modificada por él.

En ese tiempo, es invitado por el Lic. Fernando López Arias de gobernación, para participar en la campaña a la presidencia del Licenciado Miguel Alemán Valdez, donde hace de la “Bamba”, el Himno Alemanista:

Hay arriba y arriba y arriba Irán,
yo no soy marinero soy de Alemán.
Aunque no quiera Padilla tampoco Guzmán
El dueño de la silla será Alemán…


Posteriormente forma el conjunto “Tierra Blanca” haciendo presentaciones bailando, tocando y cantando en todos los teatros y cabarets de la Ciudad de México, así como en presentaciones en la radio y el cine, alternando con artistas de la talla de Pedro Vargas, Toña la Negra, Pedro Infante, Rosita Quintana, entre muchos otros. Teniendo más tarde la exclusiva en “El Patio” de Don Vicente Miranda.

Haciendo amistad con Andrés Huesca, le hace su primera arpa Jarocha grande y aprende a bajear, por lo que recibe una invitación del director del conjunto Paraguayo “Guaireño”, a tocar con ellos como arpista enseñándoles a tocar el arpa y la música Paraguaya, y es con ellos cuando le toca estrenar la televisión Mexicana para transmitir los primeros informes de Gobierno del presidente Miguel Alemán Valdez.

Ingresa a la Asociación Nacional de Actores y participa en películas como Qué verde era mi padre de 1947 dirigida por Ismael Rodríguez con Evita Muñoz “Chachita” y La mulata de Córdoba de 1945 con José Baviera y dirigido por Adolfo Fernández Bustamante.

Más tarde ingresa como arpista a “La rondalla de Tatanacho” en el programa de televisión “Así es mi tierra”.

Ya como arpista regresa a Veracruz para iniciar la campaña del en ese entonces futuro Gobernador Marco Antonio Muñoz, y ya en Veracruz se integra al trío de “Los Morenos” de la Ciudad de Córdoba, recorriendo toda la República y haciendo su primera gira por los Estados Unidos.

En 1962 conoce al profesor Raúl Hellmer el cual efectuaba una recopilación grabada de sones Jarochos, grabando así dos discos en los cuales incluye sones cantados y tocados con sus padres.


En 1963 es recomendado con la maestra Amalia Hernández la cual requería un arpista y es así como se integra al Ballet Folklórico de Amalia Hernández, haciendo temporadas en el palacio de Bellas Artes con la primera compañía, saliendo de gira por toda la Unión Americana, Canadá, Puerto Rico, Australia y Nueva Zelanda.

En 1969 se ve obligado a regresar a Tlacotalpan y dejar la ciudad de México y el Alcalde de Veracruz de ese entonces Mario Vargas Saldaña lo invita a incorporarse como arpista oficial del Ayuntamiento y Turismo del Estado, efectuando varias giras por los Estados Unidos en promoción turística para Veracruz.
En ese mismo año se le otorga por su gran talento musical y la majestuosidad de cantar los sones jarochos, la medalla “Emilio Cantarel”.

Así mismo, la compañía aérea Japonesa “Japan Airlines” en su interés por extender su línea a México solicita al Gobernador del Estado de Veracruz un grupo artístico representativo, por lo que recorre por cuatro meses todo el Japón, acompañado de su hijo Andrés Alfonso Alegría y una compañía de Danza y músicos de Veracruz .

Ya en el Gobierno del presidente Luís Echeverría, es llevado por él a la hermosa República de Cuba para cantarle a su primer mandatario Fidel Castro, el cual en una visita posterior a México en el gobierno de López Portillo, presidente de ese entonces, solicita escucharlo de nuevo, por lo que es llamado y llevado a la ciudad de Cancún.

En 1970 fue fundador de la casa de la cultura en Tlacotalpan y maestro del CECIT. Y desde Ávila Camacho, ha tenido el honor y la oportunidad de tocarle a casi todos los presidente de México.

En 1995 le fue dedicado el primer concierto de arpa en el primer encuentro Latino Americano de Arpas efectuado en el Puerto de Veracruz.

En 1997 le es rendido un homenaje en la cuidad de Tlacotalpan por su importante contribución al fortalecimiento y engrandecimiento de su cultura, en la que le develaron una placa en uno de los miradores turísticos ubicados en la Av. Miguel Z. Chazaro de esa Cuidad.

Desde ese entonces, ha grabado gran cantidad de discos invitado por otros grupos y fue maestro de folklore en la escuela secundaria no. 26, en la cual formo por más de 25 años varias generaciones de músicos Jarochos; y teniendo sus últimas giras con el conjunto “Mono Blanco” por los Estados Unidos y gran parte de la República Mexicana.

En abril del 2001, es invitado por el Instituto Veracruzano de Cultura, a participar en una gira a la ciudad de Caracas Venezuela, en un festival denominado “Una semana de Veracruz en Caracas”, en donde tiene una brillante participación acompañado de sus hijos Andrea y Ramiro, alternando con el Arpista Delfino Guerrero y la Negra Graciana acompañada de los hermanos Ochoa.

El 30 de Noviembre de 2002, contrae matrimonio con la doctora y maestra María Eugenia Aldama Ramírez, con quien por casi 50 años compartió su vida a lado de ella y sus tres hijos: Rodrigo, Andrea y Ramiro.

El 2 de febrero de 2006 en la ciudad de Tlacotalpan Veracruz, en la tradicional fiesta de la candelaria durante el encuentro de jaraneros, le fue otorgada la medalla “Chazaro Lagos” por su destacada contribución y participación en dicho encuentro, siendo él, el iniciador de los fandangos que dieron origen al primer concurso de interpretación del son jarocho que mas tarde se llamo “Encuentro de Jaraneros”.

El 21 de julio del 2007, le es rendido en la ciudad de México, un merecido homenaje, mismo que se repitió en el teatro Nezahualcóyotl de la ciudad de Tlacotalpan el día 28, en el puerto de Veracruz el día 29 y en el Ágora de la ciudad de Jalapa el día 30, junto con sus tres grandes amigos tlacotalpeños: el maestro Memo Salamanca, el Doctor Rodrigo Gutiérrez Castellanos y el poeta Guillermo Chazaro Lagos, en un fantástico documental denominado “Grandes de Tlacotalpan, entre décimas y sones” producido por Ediciones Pentagrama y bajo la dirección de Modesto López, en donde de una interesante recopilación, se narra la vida y trayectoria de estas 4 grandes figuras de nuestra cultura, que como lo fue el caso del maestro Andrés Alfonso Vergara, han puesto en alto no solo nuestro estado de Veracruz, sino a nuestro México en el mundo entero.

Ya por ultimo en Junio del 2008, es invitado a participar en la grabación del disco “Sones de Tierra y Nube vol. II”, con la banda filarmónica del CECAM, bajo la dirección del maestro Cesar Delgado; en compañía de grandes personalidades del medio artístico como lo son el gran tenor de México Fernando de la Mora, el virtuoso flautista Horacio Franco, la cantante Susana Harp y el destacado pianista y jazzista Héctor Infanzón, en donde se graba por primera vez la obra “Huapango” de José Pablo Moncayo, con la voz y la jarana de Don Andrés Alfonso Vergara, acompañado en el arpa por su hijo Ramiro Alfonso. Mismo que se presento en junio del 2009 en la ciudad de México en la explanada del Instituto Politécnico Nacional y 2 majestuosas funciones en la sala Netzahualcóyotl.

GRABACIONES:
•Participaciones en vivo en (Encuentro de Jaraneros. Vol. 1 “El balajú”, Vol. 3, “El siquisirí” y Vol. 5, “La morena”);
•El disco Folklore Mexicano Vol. II
•Antología del Son jarocho con Rutilo Parroquín ejecutando una Morena, y un Fandanguito con Julián Cruz;
•El disco Soneros de la Cuenca con Memo Salamanca, Rodrigo Gutiérrez Castellanos, Armando Gutiérrez Cruz y Rafael Figueroa Alavés;
•“El Cupido (menor)” y “El jarabe loco” en el disco de Son de Madera llamado Raíces; junto con Julián Cruz “El toro zacamandú” del disco A la trova más bonita...,
•Grabaciones de José Raúl Hellmer editadas por el INAH
•DVD/CD Grandes de Tlacotalpan: Entre décimas y sones.

Citas favoritas “Tlacotalpan gente franca,
gente bonita y preclara,
Pepa Murillo te canta,
ahí nació Agustín Lara,
nació Memo Salamanca
y Andrés Alfonso Vergara"

Andrés Alfonso en la voz,
con que trova Tlacotalpan,
los sones del Papaloapan,
cuando se juntan los dos
el arpero con su voz
y el cristal de su garganta
el animo nos levanta
y se oye a la poposcala
con el aroma que exhala
el néctar de la oxiacanta.

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LA PRESENTE BIOGRAFIA DEL EXTRAORDINARIO ARTISTA TLACOTALPEÑO DON ANDRES ALFONSO VERGARA, ES TOMADA DEL PERFIL DE FACEBOOK, CREADO POR SUS HIJOS ANDREA Y RAMIRO ALFONSO.
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