miércoles, 27 de octubre de 2010

AVELINO BOLAÑOS PALACIOS

AVELINO BOLAÑOS PALACIOS

2 de diciembre de 1878-25 de enero de 1953

Don Avelino Bolaños fue de los hombres escogidos por los dioses para ser educador. Educador excelso. Hubiera podido desempeñar otra profesión, pero se hubiera sentido extraño en ella. Su vocación, el sístole y diástole de su vida, eran la escuela, la niñez, la juventud.

Más de medio siglo –de 1900 hasta su muerte en 1953- entregó energías y vida a un sinnúmero de generaciones. De infinita bondad y comprensión, cordial y humano como el que más, conquistó el cariño y el respeto del pueblo y de sus gobernadores.

El frescor del Papaloapan animó su existencia entera. Nació en Chacaltianguis (San Juan Bautista Chacaltianguis, entonces) el 2 de diciembre de 1878. Su padre, Feliciano Bolaños, que era agricultor y poseía una tienda pequeña, murió cuando Avelino tenía apenas tres años de edad, quedando la responsabilidad total de levantarlo, a su madre, doña María Cristina Palacios, en muy difícil situación económica. Más tarde contrajo segundas nupcias con Reyes Guerrero, con quién nació otro niño, José. Avelino y José se quisieron mucho y aquél lamento bastante cuando estando José en la Escuela Naval hizo frente en Veracruz, en 1914, a los norteamericanos y desapareció.

Avelino fue enviado a Cosamaloapan para hacer sus estudios primarios en la Escuela Cantonal “Manuel Carpio”. Los apuros que entonces pasaba su mamá, le hicieron trabajar como mocito en la casa de Romualdo Rodríguez. Avelino fue un estudiante ejemplar y seguramente por ello, el director del plantel, Profr. Juan Fentanes, lo recomendó con Adolfo Morín, quien le brindó protección. Estando en Cosamaloapan tuvo el dolor de perder también a su mamá.

Su comportamiento en la primaria lo avaló el maestro don Benito Fentanes –que fue maestro de la escuela- cuando Avelino fue a la Normal, en una constancia en que afirmaba que “su conducta fue siempre irreprochable, dentro y fuera del plantel, y su aplicación y aprovechamiento siempre fueron por demás sobresalientes”.

A la Normal ingresó en 1895, pensionado por el Cantón de Cosamaloapan (con $20.00), presentando su examen de admisión el 14 de enero. Fue discípulo de Enrique C. Rébsamen.

Como en sus estudios primarios, fue un alumno muy brillante en los cinco años normalistas. Ocupó el primer lugar en su grupo, excepción hecha de los grados 1o. y 5o., en que sólo le superaron por escaso margen, Herminio Cabañas y María Galván, respectivamente. En la conducta siempre obtuvo la máxima calificación (5).

En el examen para obtener el título de Profesor de Instrucción Primaria Elemental, a principio de 1899, presentó el trabajo “De qué manera contribuye la escuela para la formación del ciudadano”, y en el correspondiente al título de Profesor de Instrucción Primaria Superior (del 21 al 30 de marzo de 1900), “Locke y su Pedagogía”.

Cuando acabó sus estudios en diciembre de 1989, solicitó permiso para permanecer dos meses en Cosamaloapan en la preparatoria de su examen profesional. Y Enrique C. Rébsamen apoyó su solicitud ante la Secretaría de Gobierno, manifestando que “efectivamente el alumno Bolaños es pobre de solemnidad y huérfano de padre y madre, y como ha terminado ya sus estudios y sean en concepto de esta Dirección, atendibles las razones en que funda su solicitud, no hay inconveniente en que el C. Gobernador se digne de acceder a la petición, si así lo estima de justicia, estando dispuesto el suscrito a firmar las nóminas por el interesado durante el tiempo de su ausencia y a enviarle su pensión al lugar de su residencia”.

Destacó también en la Normal en oratoria y como dibujante. En cierta ocasión en que se presentó en Xalapa, en el Teatro Lerdo, una cantante española, le hizo a los paisanos residentes de la artista, la leyenda de una cinta con que le enviaron unas flores: “me pagaron dos duros”, expresaba el joven Avelino. Fue de los pocos que tuvieron el honor de escribir en la revista de Rébsamen, “México Intelectual”.

Estando en la Normal demostró su nobleza en un acto heroico. Se incendió la fábrica de puros y depósito de maderas, de L. H. Pinto Rocha y Cía., y había peligro de una tragedia mayor si encontrándose cerradas las llaves de una caldera, no se abrían se introdujo hasta la caldera, cayéndole en la cabeza algo del techo, que le causó profunda herida, pero comprobando que estaban cerradas las llaves. Luego el maestro normalista don Manuel R Gutiérrez y el alumno, de la Normal igualmente, Miguel C. Vera, siguiendo el ejemplo de Bolaños, entraron y bajo la dirección de don Manuel, que resultó también herido, lograron abrir las llaves.

El 1o., de abril de 1900 causó Avelino baja en la escuela rebsameniana y el día 15 empezó a trabajar, como catedrático, en el colegio preparatorio de Tlacotalpan, que después se convertiría en Escuela Primaria Comercial y de Artes y Oficios y, en Secundaria Técnica y Comercial.

A esta escuela, que con toda justicia hoy se llama “Avelino Bolaños”, y de la que fue Director, entregó el maestro su vida entera. Salía a veces, como vamos a ser, por breve tiempo, pero a ella regresaba, como si fuera parte de sus propias entrañas.

Cuando en 1915 se reunió el famoso Congreso Pedagógico convocado por el Gobierno veracruzano, para estudiar nuestros problemas educativos y buscar una ley que recogiera los ideales revolucionarios y fuera la base del sistema de educación en la Entidad, don Avelino estuvo presente y sobresalió en los dos períodos de sesiones efectuados en Veracruz y Xalapa.

“Hasta ahora la Revolución se ha ocupado de restituir los derechos del hombre –dijo en el discurso que pronunció a nombre de los delegados en el acto inaugural el 15 de febrero-; y desde hoy debemos ocuparnos también de los derechos del niño, del hombre del mañana; porque si esos derechos que se restituyen al hombre, por la fuerza de las armas, no los aseguramos por una educación adecuada, fracasarán nuevamente nuestras libertades, que no tan sólo tenemos hambre y sed de justicia, sino de educación bien dirigida, y mejor, más intensa, amorosa y apostólicamente impartida”.

“Mucho hay que corregir, reformar y aún destruir –expresó también-, corrijamos, reformemos y aún destruyamos, con ánimo sereno, llevando siempre con ideal único, hacer del niño actual, el ciudadano de mañana, consciente, culto y patriota”.

Fue Prosecretario del primero período de sesiones ocupando varias veces la Secretaría, y en la segunda parte del evento hubo ocasión que desempeñara la Presidencia.

Formó parte de las comisiones de Educación Primaria y de Educación Normal y, al terminar las reuniones de Veracruz, se le designó en la Comisión de Escuelas Especiales y Universidad Popular y en la de Comedores escolares para niños pobres, para las sesiones que se iniciarían en junio en Xalapa.

Entre sus actividades estuvo la presentación de un trabajo sobre escuelas para niños anormales, y otro titulado “Mobiliario, los útiles y los edificios escolares”.

Cuando hubo voces a favor de que no fueran asignaturas específicas en la Escuela Rural, o se agruparan en una sola, la Historia y la Geografía, el maestro Bolaños fue de los que defendieron su importancia, y pidió que como en el Plan de Estudios y los programas de la primaria urbana, se impartieran separadas: “Recuerdo a propósito en este momento –afirmó- una célebre frase que dice: ‘el que no conoce la Historia y Geografía de su país es un extranjero en su patria’. No enseñar estas asignaturas es declararlo paria y la escuela rudimentaria tiende a hacer cultos a los hombres, dándoles conocimientos necesarios para que sean útiles a la sociedad. Opino que la enseñanza de las asignaturas de que se ha estado tratando, se haga por separado, pues ambas son de grandísima importancia”.

La Escuela Rural encontró siempre en él, uno de sus más fervorosos defensores, pues comprendió cabalmente lo que significaba para el país la educación de los campesinos, y la gran deuda que con éstos tenía la Revolución.

En el Congreso, don Avelino fue un precursor de los desayunos escolares. Conociendo los sufrimientos de los niños necesitados, propuso que se acudiera en su ayuda, proporcionándoles alimento. “Vamos a exigir –expuso- la enseñanza obligatoria, pero nos vamos a encontrar con un problema de grandísima importancia: ‘¿Cómo exigir la enseñanza obligatoria a aquellos pobres niños que muchas veces no concurren a la escuela porque no han podido comer, porque sus padres y sus madres no han podido conseguirles el alimento necesario’”?

Fue de los promotores de una Asociación de Maestros Veracruzanos, y al designarse la directiva, a cuyo frente quedó el Dr. Enrique Herrera Moreno, sus compañeros lo designaron Secretario.

En los actos organizados en la ciudad para conmemorar la muerte de don Francisco I. Madero y don José Ma. Pino Suárez, el Congreso designó a Bolaños entre sus oradores.

Como consecuencia de la Ley de Educación del Gral. Cándido Aguilar, Gobernador que convocara al Congreso Pedagógico, se creó para manejar y dirigir el sistema educativo, el Consejo de Educación Popular. Y dependiente de éste, para atender la Educación Primaria. El maestro Bolaños pasó de la Jefatura de la Sección de Instrucción Pública del Gobierno del Estado –que venía ocupando- a ser uno de los cinco miembros del Consejo, y le tocó presidirlo parte del año de 1916.

Don Avelino sintió pasión por los libros y adquirió gran cultura. Dominaba el francés y sabía algo de inglés. Fue magnífico orador y manejó la pluma con agilidad y brillantez. Nos dejó numerosos artículos periodísticos, ilustrativos y amenos, un libro “Cálculo Rápido”, y otro de cuentos cuyo título nos revela la fuente inspiradora: “Páginas de la vida y de la escuela”. “Estos cuentos han brotado del trajín de la vida escolar y del fondo de mis propios dolores y alegrías”, asentó el maestro. En el prólogo, el ilustre Francisco J. Santa María, quien fuera Gobernador de Tabasco, asienta que él “principal encanto” es la sencillez, “hablaba en tono y término de natural y fácil comprensión; como para espíritus sencillos y sin complicaciones de exégesis”. “Discurre con acento de moderada y discreta inspiración, como para darse a entender y distraer. Es el cuento suyo así como una semilla, fructifica sin esfuerzo en terreno propicio, pero también invade el campo reacio a la proliferación y evita así que los pólenes nocivos de la cizaña y el cardo profanen la castidad de un suelo infecundo”. Quedaron sin publicarse otros trabajos del maestro Bolaños.

En Tlacotalpan, para completar su sueldo (tuvo 11 hijos en su matrimonio con doña Ignacia Salamanca Aguirre) vendía libros y seguros del Banco Capitalizador de Ahorros y la Cía. “La Nacional”. En vacaciones, extendía sus ventas a comunidades cercanas. Fue corresponsal de “El Universal” y “El Ilustrado”, y sus hijos vendían periódicos.

Don Avelino Bolaños fue uno de esos seres que, sin probarlo, derraman bondad, por todos sus poros. Sencillo, comprensivo, de inmediato conquistaba simpatía y admiración.

Natural era que se le brindaran distinciones y honores. Recibió numerosos diplomas y medallas de instituciones y autoridades.

Tlacotalpan lo declaró “Hijo Distinguido”. Cosamaloapan le otorgó una presea por su labor cultural, originando que los tlacotalpeños radicados en México le extendieran el 14 de diciembre de 1945, este diploma: “Los tlacotalpeños, en la capital de la República, se complacen en demostrarle el afecto que se merece y felicitarlo muy cordialmente por el justo homenaje que se le atributa en esta fecha en Cosamaloapan de Carpio, al imponerle Medalla de Oro por su labor cultural”.

Don Avelino Bolaños falleció el 25 de enero de 1953, sufriendo luto toda la Entidad, especialmente la Cuenca del Papaloapan.


Autor: Ángel J. Hermida Ruiz

Maestros de Veracruz
Gobierno del Estado de Veracruz
Secretaría de Educación y Cultura
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